EL PARTIDO COMUNISTA DEL PERÚ – PATRIA ROJA, MARIÁTEGUI Y EL SENDERISMO
ENTREVISTA A ALBERTO MORENO ROJAS
Realizada por: Luis Oliva
Es conocida la campaña sistemática contra el Partido Comunista del Perú-Patria Roja por parte de Sendero Luminoso. También el grado de confusión en la población peruana respecto de lo que significa y las consecuencias nefastas del accionar de la agrupación dirigida por Abimael Guzmán, hoy en prisión, así como la utilización oportunista de la imagen de José Carlos Mariátegui. Por estas consideraciones creímos oportuno entrevistar al c. Alberto Moreno Rojas, Presidente del Partido. Esta es la respuesta a las preguntas que se le hizo por escrito. Comisión de Comunicación.
- ¿Cuál es la valoración que tiene el Partido de la vida y obra del Amauta José Carlos Mariátegui?
La más alta. Indispensable para entender el Perú. Mariátegui representa la piedra angular del pensamiento socialista peruano y latinoamericano y es, al mismo tiempo, el punto de partida del inacabado proceso histórico que es la lucha por “un Perú nuevo en un mundo nuevo”, que culmine la obra iniciada por la Independencia -inconclusa dos siglos después – y abra paso al socialismo. Su militancia comunista es ejemplar no sólo porque la asumió como pensamiento y acción, sino porque fue capaz de recrear el marxismo asignándole su propio sello. En segundo lugar, entendió el compromiso revolucionario como un proceso integral: ideológico, político, social, cultural, ético, no solamente económico como algunos imaginan. En tercer lugar, ocupa un lugar relevante su esfuerzo de organizador práctico. Lo confirma la fundación del Partido entonces con el nombre de Partido Socialista, de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), su labor de propaganda, su atención a la intelectualidad y al problema indígena, entro otros.
En opinión del Partido, con Mariátegui se inicia una nueva manera de entender el Perú y su futuro, opuesta al capitalismo. Se abre paso una nueva percepción de la política y su relación con la ética y la cultura; del papel de las masas trabajadoras como sujeto transformador de la sociedad, más allá de sus necesarias luchas reivindicativas. Su punto de vista de que “el hombre llega para partir de nuevo” es una invitación a la lucha permanente, a no perder de vista el horizonte socialista atrapados por las urgencias del momento, que implica etapas, transiciones, una compleja red de contradicciones en lugar de un terreno llano. Ninguna revolución es copia de otra. Los principios universales operan en condiciones concretas, se resuelven en medio de una aguda lucha de clases concreta. Es resultado de la acción creadora de millones de hombres y mujeres dispuestos a romper sus cadenas y construir su futuro. Por ello mismo ajeno a todo tipo de caudillismo o mesianismo, a toda injerencia imperialista o forma de colonialismo mental. En suma: es “creación heroica”. Enunciado aceptado y repetido, pero casi siempre olvidado en los hechos. En ese sentido, su comportamiento intelectual, teórico y práctico, su ejemplo de vida, es el mayor legado que tiene el Partido, que hay necesidad de entender, defender y continuar.
- Mariátegui prestó gran atención al estudio de la realidad peruana. Esa tradición ha sido descuidada por sus continuadores ¿Cómo explica Ud. este desfase?
R. Un rasgo sustantivo, en Mariátegui, es su manera de pensar coincidente con la mejor tradición marxista. Tiene que ver con su convencimiento de que cambiar una realidad dada exige conocerla en todos sus aspectos. Anticipándose a Mao pudo haber dicho: “quien no investiga no tiene derecho a la palabra”. Los 7 Ensayos… es un ejemplo de ello. Desafortunadamente, poco después de su muerte temprana, Eudocio Ravínez asumió la conducción del Partido; un personaje totalmente opuesto a Mariátegui. Fue aquel quien inició, influido desde el exterior, una tradición dogmática que ha perdurado por mucho tiempo, al lado de tendencias empíricas, estrechas, perturbando la capacidad de pensar el Perú con realismo y creatividad. El senderismo representa la otra vertiente de ese dogmatismo, que convirtió la lucha armada en la fuente única de la revolución tergiversando la experiencia china y la teoría desarrollada por Mao Zedong. El mundo está en constante cambio. La realidad no es estática, sea económica, social, política, cultural o diplomática. Exige tener la mente abierta y una comprensión, la más aproximada posible, de esa realidad en movimiento. Investigar, reflexionar, conocer el proceso complejo de la lucha de clases junto a la capacidad de actuar, de cambiar las cosas, es un rasgo delestilo de trabajo que caracterizó a Mariátegui. Estilo que descuidamos los marxistas de las generaciones posteriores.
El re-encuentro de los comunistas peruanos con el legado mariateguista es el camino que estamos emprendiendo. No se trata, desde luego, de dogmatizar su pensamiento, pues significaría fosilizarlo. Necesitamos partir de Mariátegui, de su manera audaz de enlazar el marxismo con la realidad del país, el pasado milenario con el presente, lo nacional con lo internacional, la política con la cultura y la ética, para responder a los retos de hoy y abrir las puertas de mañana. En otras palabras, hacer realidad su mensaje: “ni calco ni copia, creación heroica”.
- ¿Cómo entiende a estas alturas del siglo XXI, el significado y la proyección de los “Siete Ensayos”?
R. En parte la pregunta ha sido respondida. Los “Siete Ensayos”, como el Amauta lo explica con mucha lucidez en el prólogo que escribió presentando el libro, nunca fueron entendidos como una obra acabada, sino germinal, abierta. Lo dijo con mucha claridad: “Ninguno de estos ensayos está acabado: no lo estarán mientras yo viva y piense y tenga algo que añadir a lo por mi escrito, vivido y pensado”.
Vale y permanece no solo por lo escrito, fundamentado y afirmado, por lo que señaló y las conclusiones que extrajo, que es mucho; sino también por la amplitud de los temas que aborda y el ejemplo de intelectual acucioso, honesto, comprometido. Mariátegui nunca ocultó su identidad socialista y marxista. La afirmó con honestidad y coraje, convencido de la justeza de sus ideas.
Quienes declaramos ser continuadores de su obratenemos una deuda inmensa: continuar el hilo de sus reflexiones sobre el Perú y el mundo con igual sentido de objetividad,solvencia intelectual y amplitud de miras.
Pero Mariátegui también es acción, capacidad de operar sobre la realidad, de moldear el curso de la historia. Necesitamos conocerlo en la integridad de su pensamiento y obra, de su fuerzamoral, de su mirada visionaria y de su coraje para sobreponerse a las vicisitudes personales. Sobre todo ahora que cunde la confusión ideológica en las filas del pueblo trabajador, cuando el horizonte emancipador parece disolverse cercado por el individualismo y el consumismo capitalista,es más urgente que nunca retornar a Mariátegui y los “7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana”.
- La política está hoy desacreditada. La corrupción inunda las esferas de gobierno. El marxismo mismo, sobre todo luego del derrumbe de la exURSS, perdió el atractivo de otros tiempos. La situación se complica con la herencia nefasta dejada por el senderismo, cuyo descrédito es utilizado por la derecha para enlodar la imagen de la izquierda y el socialismo. ¿Qué hacer? ¿Qué valor representa Mariátegui para la recuperación de la izquierda?
R. Mucho. Para empezar, el pensamiento y la acción de Mariátegui inscritos en la trayectoria marxista-leninista que reconoció, difundió y defendió, sintetiza una nueva manera de pensar en el Perú la política y el compromiso político, de entender la democracia, la diversidad social, cultural y étnica que somos, de asumir nuestra herencia histórica. También la fuerza del ideal, de la pasión, del compromiso social, de los valores morales, sin los cuales ninguna gran obra puede realizarse. En una sociedad en descomposición, donde todo se mercantiliza, también la democracia, la política y la dignidad, Mariátegui significa la regeneración moral, el optimismo de que un Perú diferente y superior es posible.
El problema de las izquierdas, del que no escapan los comunistas, es que esa visión de la política ha sido debilitada o dejada de lado y reemplazada por la presión del movimiento espontáneo o reivindicativo, o bien por la política dominada por la coyuntura, por el sentido utilitario de la misma, más ajustada a los cánones de la derecha y el liberalismo que al proyecto transformador que dicen o imaginan representar.
En un caso, se trata de la subordinación de la política al movimiento espontáneo, a la lucha económica. Su expresión más visible es el conocido “control”. Control sindical o de cualquier otra forma de organización social como signo de quehacer y vigencia política revolucionaria y socialista, que degenera inevitablemente en corporativismo, en “apropiación” de las cúpulas sindicales como factor de poder. Ya Lenin examinó este tema sometiéndolo a intensa crítica en su libro ¿Qué hacer?”. Mucho del atraso político de los trabajadores, de la debilidad de los partidos marxistas, tienen que ver con esta deformación contra la cual advirtió Mariátegui: “Un proletariado sin más ideal que la reducción de las horas de trabajo y el aumento de los centavos del salario, no será nunca capaz de una gran empresa histórica”. “Ideología y Política”, Pág. 116.
En el otro, no menos peligroso, que viene con la envoltura de participación política, es el culto electorerista. Es decir, las elecciones, de medio de lucha, necesario e indispensable, sin duda, se convierte en fin, en objetivo y razón de la política de izquierda, sin más horizonte que alcanzar una curul, una alcaldía o un gobierno regional. El proyecto, el programa, el sentido social de la política, es remplazado por el utilitarismo. La pertenencia partidaria desaparece para dar lugar al transfuguismo. Los principios son reemplazados por el acomodamiento. Se impone el “todo vale”, las rupturas incluidas, si de servir apetencias personales se trata. “Esta es mi oportunidad” es su regla de oro.
¿Qué diferencia tales comportamientos de la práctica cotidiana en el campo de la burguesía y sus representaciones políticas? El resultado final será, inevitablemente, la crisis de los partidos de izquierda y el descrédito de la política ante los ojos de la población. La estrechez de miras y el sectarismo dominante hoy, que impide sumar fuerzas y alcanzar una acción coordinada frente al adversario común, que refuerza la hegemonía de la derecha neoliberal, tiene que ver con esta distorsión.
En ese sentido Mariátegui es un referente y un paradigma de política nueva y de proyecto nuevo. Pero también de actitud moral, de compromiso confiable, de consecuencia teórica y práctica con sus ideales, de fidelidad a los intereses de los trabajadores y el pueblo.
- En sus años aurorales, Abimael Guzmán y sus seguidores, desde Ayacucho acuñaron la consigna “Por el sendero luminoso de Mariátegui”. ¿Qué afinidad puede encontrarse entre Sendero Luminoso y el pensamiento y acción de Mariátegui?
R. Ninguna, o por lo menos ninguna de cierta importancia más allá de declaraciones altisonantes. Representan dos concepciones y dos maneras opuestas de entender la revolución, el Perú, la política, la relación con las masas populares. Mariátegui jamás se habría atribuido la condición de “jefe revolucionario”, “cuarta espada”, ni habría promovido asesinatos de un solo campesino, mujer o niño, como es el caso de Guzmán. Lucanamarca y muchos otros son ejemplos atroces que el Amauta hubiera condenado sin vacilación. Mariátegui fue marxista y socialista confeso. El titular del “pensamiento Gonzalo”, por el contrario, la negación de uno y otro. Es suficiente una lectura rápida de la mal llamada “Entrevista del siglo” para confirmarlo. Con mayor razón si nos ceñimos a su práctica que desembocó en genocidio y terrorismo, compitiendo en atrocidades con el terrorismo de Estado. .
Abimael Guzmán buscó siempre cobijarse bajo el alero de un pensador marxista, en este caso José Carlos Mariátegui, hasta el momento que se creyó suficientemente maduro para afirmar su propia sombrilla ideológica: el llamado pensamiento Gonzalo. Sombrilla que definió, sin desparpajo, “cuarta espada” del marxismo leninismo, en un nivel intelectual, teórico y revolucionario superior al de Marx, Lenin o Mao Zedong.
Había que padecer de una vanidad desmesurada y de cinismo para llegar a tamaña conclusión. Y había que contar con una agrupación política ciega y servil para aceptarlo y soportarlo.
Para justificar su “acción armada del campo a la ciudad” y darle fundamento teórico, Guzmán recurrió a Mao Zedong, asignándole una tercera etapa en el desarrollo del marxismo leninismo, preparando el terreno para más tarde catapultarse como su continuador. Nació así el “pensamiento Gonzalo”, galimatías de incoherencias en cuyo centro colocó la “lucha armada” como origen y razón de la revolución y el socialismo. De allí su consigna “salvo el poder lo demás es ilusión”, que marca su pensamiento político, su acción práctica, su ética de una “revolución” donde el fin justifica los medios y el terror se convierte en método cotidiano, cuya víctima terminará siendo el pueblo llano que se dice liberar, sin mayor diferenciación del terrorismo de Estado. Tarata es un ejemplo de los cientos que se pueden mostrar, de esa visión mesiánica.
Derrotada su acción aventurera, con la cúpula de su “partido” en prisión, no le queda otra opción que recular y pedir un acuerdo de paz con el fujimorismo. Acuerdo que sigue mendigando con su libertad como tema central. De allí en adelante lo que queda claro es la ausencia total de propuesta sobre cualquier tema económico, social o político de alguna importancia.
- ¿En qué consiste, en definitiva, el llamado “Pensamiento Gonzalo” y qué queda en la acción del senderismo actual?
R. Asombra que hayan personas que aceptencomo pensamiento guía el guiso de palabras que fabricó Guzmán. Aún más, que se empeñaran en llevarlo a la práctica con sumisión ciega, con los resultados que se conocen, cuyo único ganador, finalmente, terminó siendo la derecha criolla. Se le entregó el pretexto para desacreditar la palabra revolución y convertir el “terrorismo” en un instrumento de miedo y chantaje contra la población y los comunistas. El macartismo lo tenemos ya en casa. Se huele de lejos en la televisión, también en esferas de gobierno o en el Congreso de la República.
Una pieza angular de su “pensamiento” consiste en un supuesto sustento maoísta. En China, partiendo de las condiciones concretas de su sociedad y de la presencia colonial directa, de la ausencia total de un espacio democrático, Mao sostuvo que la revolución armada era la respuesta a la contrarrevolución armada. En 1911, más tarde en 1923, SunYat- Sen, gran demócrata y patriota chino, hubo de alzarse en armas contra la decadente dinastía Quig, más tarde contra los caudillos militares, pues no había otra manera de abrir paso a la democracia y la independencia.Después del golpe propiciado por ChiangKa-shek en 1927, China se debatía bajo un régimen despótico frente al cual la única respuesta posible era la “revolución armada”.La realidad del Perú, en 1980, año de inicio de la acción senderista, era otra en todos los aspectos.
Si se observa la concepción y la práctica revolucionaria y militar de Mao Zedong, y la concepción y práctica senderista, más allá del discursocargado de fraseología, no existe ningún punto de coincidencia entre uno y otro. Los resultados, en ambos casos, han debido, por fuerza, ser diametralmente opuestos.
Una mirada atenta del accionar de Sendero Luminoso, desde sus inicios, hubiese permitido anticipar el resultado final. Sus avances iniciales respondieron a circunstancias excepcionales. Si en esa fase tuvieron cierto éxito fue debido a un ambiente subjetivo proclive a la acción, pues esa había sido parte de la prédica de la izquierda peruana de ese entonces. Pero también a la incompetencia del gobierno de Belaunde que le permitió a Guzmán y a sus seguidores una ventaja de partida. El que más tarde tuvieran que recurrir a represalias contra la población civil con el objetivo de someterlas por el miedo,luego el uso de métodos genocidas contra campesinos inermes, así como la incursión en acciones de terrorismo y asesinatos incluso de militantes comunistas, indica que carecían de respaldo de la población. Sin este respaldo voluntario y organizado, ninguna “guerra popular” tiene asidero, menos garantía de victoria.
- Ambos partidos vienen de una misma matriz: el Partido Comunista Peruano – Bandera Roja. ¿Cuáles son los puntos afines o diferentes en la visión de Partido y en su construcción?
R. Las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado fueron, lamentablemente, fructíferas en divisiones y excomuniones en el seno del comunismo peruano. Nosotros nos separamos del partido entonces conocido popularmente como Bandera Roja, dirigido por Saturnino Paredes y Abimael Guzmán, en 1969. Más tarde, en 1972, se distanciaron Paredes y Guzmán. Éste funda su partido con base en Ayacucho. Un tema de debate en esos tiempos fue el de la caracterización de la sociedad, la naturaleza de la revolución, la vigencia de la lucha armada.
En el caso de Guzmán, su concepción del Partido tuvo dos fases: la primera, tradicional, de acumulación política y social en la universidad y en el movimiento barrial. Más tarde, cuando ingresa a la lucha armada, en el marco de una estrategia del campo a la ciudad imitando la experiencia china, va pasando, por la fuerza de los hechos, a otra distinta: la “militarización del Partido”.
En China, en la década de los 30 y 40 del siglo pasado, el 90 por ciento de la población se encontraba en el campo y el régimen feudal era dominante. En el Perú de 1980 ya se había producido la reforma agraria, declinaba la población rural y teníamos un gobierno surgido de elecciones. Dos situaciones distintas debían originar dos estrategias, tareas y formas diferentes de organizar la lucha. Mao se apoya en la línea “de servir al pueblo de todo Corazón” y la política de “no tocar ni una aguja de las masas” sin su voluntariedad. Guzmán, por el contrario, subordina la política a la guerra, somete a las masas mediante la violencia y el miedo, convierte en principio la “militarización del Partido” colocando por encima de las instancias partidarias la “jefatura” suprema de dirección ejercida por él. El “pensamiento Gonzalo” se convierte así en la nueva ideología y cemento teórico del partido que dirige, ajeno por completo al marxismo leninismo.
- Una pregunta final: ¿Cómo entender, entonces, la declaración de “retomar el camino de Mariátegui”, insistentementeproclamada por Guzmán en el período previo al inicio de su acción armada?
R. Un aspecto central del discurso de Guzmán reside en el culto a la grandilocuencia. La frase suntuosa encubre su ausencia de ideas. La lectura de “Memorias desde Némesis” o su publicitada “Entrevista del siglo” lo atestiguan.
No es el espíritu del pensamiento de Mariátegui lo que interesa. Necesita utilizar su imagen, deformándola, siempre que sirva como aval de sus acciones. Lo necesita como padrino no como guía. Desde luego todo ello antes del surgimiento del “pensamiento Gonzalo”, que sus feligreses convierten en el alfa y omega del senderismo y en la “cuarta espada” del pensamiento marxista mundial. Entonces Mariátegui sobra y no aparece más.
Los interesados se preguntarán: ¿Qué queda del “pensamiento Gonzalo”, una sola idea fuerza, una crítica seria al neoliberalismo, una alternativa fundada de cambio económico social?La respuesta es simple: nada que tenga importancia. Explica por qué sus descarriados seguidores han convertido la libertad de Guzmán en su programa máximo.
Olvidaba. El segundo punto de su programa es la lucha sin cuartel contra el Partido Comunista del Perú – Patria Roja. Más de una docena de nuestros dirigentes cuadros fueron asesinados con impunidad por enfrentar con firmeza su delirio militarista. Tampoco perdonan que seamos el mayor obstáculo en su aventura por someter, mediante el miedo, la mentira y el cinismo, sectores de la población peruana.
Lima, 10 de mayo de 2017.