miércoles, 18 de julio de 2012

CRITICA AL SENDERISMO

Por: Esteban Martinez (*)
Ante el conflicto social creciente en el país, algunos sectores sociales reclaman mano dura para combatirlos, de esta forma percibimos, que el autoritarismo estructural se refuerza, afianza y dinamiza hacia formas todavía más autoritarias y derechistas, como la propuesta fujimorista.
El gobierno de Ollanta continúa el modelo autoritario de Fujimori y crea las condiciones para una apuesta militarista. Por ello la necesidad de combatir el autoritarismo que promueve la clase dominante y la derecha hegemónica en el poder político ante el creciente movimiento social. La lucha política pasa por oponer al nefasto proyecto neoliberal un proyecto de desarrollo integral para el país que parta de las potencias del país, que desarrolle las reivindicaciones históricas del pueblo peruano; quien se opone a ello está jugando fuera del escenario y creando uno ficticio, el que favorece a la criminalización de la protesta popular, a la categorización de terrorismo a todo acto de protesta o subversión en general.
Ese escenario ficticio sembrado por las clases dominantes se promociona también por el accionar del senderismo. El discurso del senderismo sigue teniendo su base en la fijación al líder de ese movimiento, Guzmán: “solución política a los problemas derivados de la guerra” y “reconciliación nacional”. Se pretende racionalizar que el sentimiento de odio y la represión del movimiento popular es consecuencia histórica de la guerra interna y que por lo tanto hay que reivindicarla y de allí todos sus postulados y consignas. No podemos negar que la lucha de clases en el país se dinamizó con la guerra interna. A partir del desarrollo de ella, los elementos militaristas que van a formar parte de la dictadura fujimorista van desarrollando cada vez más poder. Pero el cambio de la estructura de carácter, en este caso autoritario, de un sector de la sociedad es expresión de la sociedad en general, toda la sociedad estaba reforzando sus tendencias autoritarias. Y esto porque el Estado a partir de la violencia irracional del senderismo pudo unir a la población en torno a una racionalización que caló de manera general; construyó así su escenario ficticio que apuntaba a la militarización de la sociedad, su contradicción principal basada en la contradicción democracia o paz social contra terrorismo, que en realidad era terrorismo de estado contra el terrorismo senderista. Resulta mucho más fácil ganar una batalla cuando se ha modificado el escenario o el terreno de combate conforme a propios intereses, y ya no hablamos de la lucha contra el senderismo sino de la lucha de clases en general. El sentimiento de odio, la represión, el concepto de terrorismo que aplica el Estado a quienes luchan, es producto de la militarización y derechización de la sociedad peruana, consecuencia sí de la guerra interna, que irracionalmente desarrolló el senderismo. El senderismo tiene una gran cuenta con el pueblo por ello también. La acción senderista no hizo sino contribuir a ese fenómeno autoritario que persiste en hacer creer que vivimos en un escenario demarcado por la contradicción democracia-terrorismo. Y lo sigue haciendo, es decir recoge el marco ficticio de la estrategia de la reacción para hacer actividad política.
El hecho de que Sendero haya tomado las armas, “hacer la revolución” no lo hace más revolucionario o marxista. A un marxista le interesa fundamentalmente la calidad, la esencia de las cosas, no el fenómeno y lo medible de éstas. Puede volver a tomar las armas y se pretenderán mucho más revolucionarios, pero en realidad no son sino revolucionarios inflados. Esa jactancia y orgullo –y motivo para tildar a los otros grupos comunistas como revisionistas- es precisamente característica de los espíritus sometidos a un poder superior (“Gonzalo”) para reforzar su unidad cerrada de grupo, su sometimiento al líder y su voluntad de poder. El sectarismo o la unidad cerrada de grupo, que se opone a la unidad de todo el pueblo, es la forma de existencia del senderismo, por ello en los terrenos en los que se ve obligado a hacer actividad política como los gremios o sindicatos (organizaciones de frente único sin distinción de clase o ideología), se dedican a ideologizar a imprimirle una línea “clasista” y por lo consiguiente a echar a todos los elementos que no comparten la misma o si no les funciona la “reestructuración” del gremio o sindicato, terminan creando otro, paralelizando la organización popular ya existente.
Sendero Luminoso sustentada en el dogma y devota de Guzmán, cree en su racionalización, de que liberando a los presos políticos se terminará un proceso histórico y comenzará uno nuevo, esto también está muy alejado de la realidad peruana y latinoamericana (hay que decir que son divergentes, confusos y nunca afirmativos del proceso progresista de Latinoamérica, proceso revolucionario según peculiaridades de cada país).
La historia peruana no necesita de amnistías generales a los presos por terrorismo (del estado o de sendero) para renovarse y hacer progresar las potencias revolucionarias. Eso de rememorar experiencias específicas de amnistías generales en otros países en nada contribuye a argumentar o ponerle un contenido objetivo o racional a su postulado, sino más bien contribuye a reforzar en ellos mismos sus racionalizaciones, o lo que es lo mismo, su sometimiento a Guzmán. Ahora resulta que existía una ley universal post guerra popular una vez derrotada que postula amnistías generales para renovar el proceso de la lucha de clases en un país. En realidad todas no son sino justificaciones para reafirmar la “grandeza” de Guzmán -y por lo tanto la vida senderista-, cerrando cualquier posibilidad de autocrítica.
El senderismo se ha desarrollado a partir de racionalizaciones que crean una potencia militante y religiosa. Con la elevación de Guzmán como la cuarta espada del comunismo, o como el “presidente Gonzalo” se entroniza al líder, se le reconoce su poder superior al que se debe obediencia, reverencia y veneración. Precisamente allí radica el carácter autoritario del senderismo. Se reclaman seguidores de Mariátegui, pero no lo son en absoluto; son más bien contrarios, ya que no pueden ser capaces de desarrollar el método de Mariátegui. Se oponen absolutamente a su pensamiento que propone la creación social, que motiva la elevación espiritual del pueblo para la realización del socialismo peruano sin calco ni copia.
El llamado “acuerdo de paz” es otra frase elaborada y racionalizada por Guzmán para el imaginario senderista, receptiva y sumisa, a los nuevos pensamientos de la “cuarta espada del comunismo”. Y es que hay que reconocer esa cultura imaginativa de Guzmán para disfrazar su capitulación y pragmatismo. “Un recodo en el camino” por ejemplo. Las consignas “solución política a los problemas derivados de la guerra” y “reconciliación nacional” son también continuación de esas racionalizaciones del presidente omnipotente. En ese marco interno no cabe espacio para la crítica y la creación, ya que todo se resuelve en los razonamientos del “presidente Gonzalo”.
La historia señala que la guerra interna fue un proceso objetivo en el país y no se debe ceder a las propuestas irracionales y oscurantistas propias de la ideología de la reacción y las clases dominantes, que promueven los prejuicios, los enconos, que siguen utilizando ese proceso histórico y a la misma praxis senderista actual, que persiste en su autoritarismo y falta de autocrítica y creación, para reprimir y someter al movimiento social.
A la presencia creciente del senderismo es necesario enfrentarla ideológica y políticamente, a partir del debate de cuáles son las necesidades materiales y espirituales del pueblo peruano, entendiendo que la actividad divisionista y anárquica del senderismo cumple una función que camina en la misma senda ficticia que promueve el gobierno de las clases dominantes en su afán continuista y represor.
La lucha principal y fundamental no es contra este movimiento, sino contra las clases que sostienen el régimen económico y político, contra la estructura social que sigue fecundando tendencias autoritarias. Ante la ausencia de cambios en la estructura nacional y hoy de continuismo del modelo neoliberal, las propuestas autoritarias del senderismo seguirán calando en determinados sectores sociales, particularmente las clases medias bajas. Y no es que el senderismo con la muerte de Guzmán desaparezca del terreno social y político, sus fundamentos autoritarios en el seno de la izquierda pervivirán hasta que no se renueven radicalmente las estructuras de la sociedad peruana.
(*)Estudiante de Sociología UNMSM