domingo, 12 de agosto de 2012

SENDERO Y LA DIALECTICA


DESLINDE, Horacio Herrera

I En la lucha por la revolución, dominar la dialéctica significa resolver las contradicciones antagónicas (entre nosotros y el enemigo) y las contradicciones no antagónicas (en el seno del pueblo). 

Pues bien, con respecto a lo primero, hay que recordar que en su artículo Sobre la Contradicción, Mao señala que "sólo al alcanzar cierta etapa en su desarrollo, la contradicción entre las dos clases adopta la forma de antagonismo abierto y se convierte en revolución". Pero Sendero no comprendió que en las condiciones de la democracia burguesa la forma superior de lucha no tiene perspectivas de victoria, o, para decirlo en otros términos, no comprendió las condiciones del salto del trabajo preparatorio a la lucha directa por el Poder, de la lucha pacífica a la lucha armada. Por eso cayó en aventurerismo. 
Con respecto a lo segundo, hay que recordar, asimismo, que en su discurso Sobre el Tratamiento Correcto de las Contradicciones en el Seno del Pueblo, Mao subraya que "los problemas de carácter ideológico y las controversias en el seno del pueblo únicamente pueden resolverse empleando métodos democráticos -discusión, crítica, persuación, educación-, y en ningún caso recurriendo a métodos coercitivos o represivos", y, además, que esos métodos democráticos se sintetizan "en la fórmula 'unidad-crítica y unidad', que, expresada en forma detallada, significa partir del deseo de unidad, resolver las contradicciones a través de la crítica o la lucha y alcanzar una nueva unidad sobre una base nueva". Como se puede ver, Mao dice "únicamente", y no "generalmente"; dice "en ningún caso", y no "en algún caso". Pero Sendero no partió del deseo de unidad, y, por el contrario, aplicó la táctica de "lucha despiadada y golpes implacables" en el seno del pueblo, que, expresada en forma detallada, significó lo que sigue a continuación. 
II Mao enseña que "no se puede forzar a la gente a que abandone el idealismo, del mismo modo que no se la puede compeler a aceptar el marxismo" (ibidem). Y, naturalmente, menos todavía se puede forzar a la gente a que abandone el marxismo, del mismo modo como no se la puede obligar a aceptar el izquierdismo. Por eso, es completamente erróneo poner etiquetas sin ton ni son.  Pero Sendero calificó de "renegado" a todo comunista que no se involucró en su aventura militar, y de "contrarrevolucionario" a todo comunista que no aceptó su oportunismo de izquierda. Y, obviamente, ese proceder es una expresión de egotismo, pues, cualquier persona es contrarrevolucionaria o revolucionaria en función de si lucha a favor o en contra del sistema imperante, y no en función de si discrepa o no con Sendero.  La dialéctica materialista enseña que una vez identificada la contradicción principal, todo el resto de contradicciones pasan a un segundo plano y deben ser tratadas como no antagónicas. Esta enseñanza es la base teórica de la lucha común contra el enemigo común; es el principio básico del frente unido.  Pero Sendero procedió a eliminar a combatientes del MRTA, so pretexto de que esta organización era el "revisionismo armado", y aun a combatientes del PCP-Pukallacta, cuya identidad ideológica es ¡justamente el "marxismo-leninismo-maoísmo"! No analizaremos aquí la identidad ideológica del MRTA, así como tampoco el enfrentamiento más o menos sistemático que se configuró con la respuesta de esta organización a la agresión, pues ello requiere tratamiento aparte. Pero sí diremos que si en el plano ideológico la contradicción entre el marxismo y el revisionismo es antagónica, en el plano político no tiene este carácter en determinadas condiciones concretas.  ¿Cuál era el carácter político de la lucha armada del MRTA? ¿Contra quién luchaba esta organización? Evidentemente, contra el enemigo común. Y, ¿contra quién luchaba el PCP-Pukallacta? Evidentemente, contra el enemigo común. Pero Sendero no fue capaz de reconocer estos hechos, sencillamente porque no supo aplicar la dialéctica, y no supo aplicar la dialéctica sencillamente porque en la "jefatura" pudo más el egotismo. A causa de este egotismo, precisamente, Sendero actuó como si la revolución fuese un botín, o directamente su propiedad privada. Ahora bien, si en el plano teórico esta antagonización de las contradicciones con combatientes que luchaban contra el enemigo común es una expresión de metafísica, en el plano político es una manifestación de hegemonismo armado, desviación extrema del concepto marxista de hegemonía. Por lo demás, hay que puntualizar que la tardía aceptación de "concordar acciones con el MRTA" y otras organizaciones políticas (v. Notas tomadas de exposición de Gonzalo, 11 de noviembre de 2000), difícilmente puede ser entendida como un reconocimiento del extravío, pues aparece más bien como un manotazo de ahogado, como un recurso en la adversidad, como una expresión de oportunismo.  En los primeros tiempos de la revolución rusa de febrero de 1917, la mayoría de los soviets estaban dirigidos por representantes de diversas corrientes oportunistas; pero el partido bolchevique, con Lenin a la cabeza, desarrolló entonces una perseverante lucha política que trajo como resultado que en pocos meses alcanzara la hegemonía. Así fue posible la revolución de octubre.  Pero Sendero procedió a eliminar dirigentes de organizaciones populares con el fin de controlarlas, y lo único que logró fue hundirse en el más profundo aislamiento político.  En el curso de su larga lucha revolucionaria, el dialéctico Mao no recurrió nunca a métodos represivos para resolver las contradicciones internas en el PCCH.  Pero, por "razones de partido", o por intereses subalternos, en Sendero se procedió a la eliminación de combatientes de las propias filas. ¡Ni más ni menos! Y cuando no se llegó a eso, se amenazó de muerte o se torturó físicamente. 
III Por supuesto, esas prácticas bárbaras de Sendero están probadas por centenares de testimonios, y, por eso, nadie que esté en su sano juicio puede negarlas. Esto por una parte. Por otra, es evidente que tales prácticas no fueron simples desmanes de fulano o mengano, sino el resultado de una línea izquierdista sistemáticamente aplicada durante más de una década.  Como no podía ser de otro modo, esas prácticas emponzoñaron desde muy temprano las relaciones en el seno del pueblo y degradaron el proyecto senderista. Y, obviamente, tales prácticas tienen responsables intelectuales y materiales, responsables mayores y menores.  Para decirlo francamente y de una vez por todas, esas prácticas constituyen un oprobio para el movimiento comunista internacional, y particularmente para el movimiento comunista nacional.  Así pues, los hechos han demostrado de un modo incontestable que Sendero no supo resolver las contradicciones entre nosotros y el enemigo ni las contradicciones en el seno del pueblo.  Y, sin embargo, hay quienes creen que el "presidente Gonzalo" dirigió "la guerra popular como un filósofo".