DESLINDE, Horacio Herrera
I En la lucha por la revolución, dominar la dialéctica significa 
resolver las contradicciones antagónicas (entre nosotros y el enemigo) y
 las contradicciones no antagónicas (en el seno del pueblo). 
Pues bien, con respecto a lo primero, hay que recordar que en su 
artículo Sobre la Contradicción, Mao señala que "sólo al alcanzar cierta
 etapa en su desarrollo, la contradicción entre las dos clases adopta la
 forma de antagonismo abierto y se convierte en revolución". Pero 
Sendero no comprendió que en las condiciones de la democracia burguesa 
la forma superior de lucha no tiene perspectivas de victoria, o, para 
decirlo en otros términos, no comprendió las condiciones del salto del 
trabajo preparatorio a la lucha directa por el Poder, de la lucha 
pacífica a la lucha armada. Por eso cayó en aventurerismo. 
Con respecto a lo segundo, hay que recordar, asimismo, que en su 
discurso Sobre el Tratamiento Correcto de las Contradicciones en el Seno
 del Pueblo, Mao subraya que "los problemas de carácter ideológico y las
 controversias en el seno del pueblo únicamente pueden resolverse 
empleando métodos democráticos -discusión, crítica, persuación, 
educación-, y en ningún caso recurriendo a métodos coercitivos o 
represivos", y, además, que esos métodos democráticos se sintetizan "en 
la fórmula 'unidad-crítica y unidad', que, expresada en forma detallada,
 significa partir del deseo de unidad, resolver las contradicciones a 
través de la crítica o la lucha y alcanzar una nueva unidad sobre una 
base nueva". Como se puede ver, Mao dice "únicamente", y no 
"generalmente"; dice "en ningún caso", y no "en algún caso". Pero 
Sendero no partió del deseo de unidad, y, por el contrario, aplicó la 
táctica de "lucha despiadada y golpes implacables" en el seno del 
pueblo, que, expresada en forma detallada, significó lo que sigue a 
continuación. 
II Mao enseña que "no se puede forzar a la gente a que abandone el 
idealismo, del mismo modo que no se la puede compeler a aceptar el 
marxismo" (ibidem). Y, naturalmente, menos todavía se puede forzar a la 
gente a que abandone el marxismo, del mismo modo como no se la puede 
obligar a aceptar el izquierdismo. Por eso, es completamente erróneo 
poner etiquetas sin ton ni son. 
Pero Sendero calificó de "renegado" a todo comunista que no se involucró
 en su aventura militar, y de "contrarrevolucionario" a todo comunista 
que no aceptó su oportunismo de izquierda. Y, obviamente, ese proceder 
es una expresión de egotismo, pues, cualquier persona es 
contrarrevolucionaria o revolucionaria en función de si lucha a favor o 
en contra del sistema imperante, y no en función de si discrepa o no con
 Sendero. 
La dialéctica materialista enseña que una vez identificada la 
contradicción principal, todo el resto de contradicciones pasan a un 
segundo plano y deben ser tratadas como no antagónicas. Esta enseñanza 
es la base teórica de la lucha común contra el enemigo común; es el 
principio básico del frente unido. 
Pero Sendero procedió a eliminar a combatientes del MRTA, so pretexto de
 que esta organización era el "revisionismo armado", y aun a 
combatientes del PCP-Pukallacta, cuya identidad ideológica es 
¡justamente el "marxismo-leninismo-maoísmo"! No analizaremos aquí la 
identidad ideológica del MRTA, así como tampoco el enfrentamiento más o 
menos sistemático que se configuró con la respuesta de esta organización
 a la agresión, pues ello requiere tratamiento aparte. Pero sí diremos 
que si en el plano ideológico la contradicción entre el marxismo y el 
revisionismo es antagónica, en el plano político no tiene este carácter 
en determinadas condiciones concretas. 
¿Cuál era el carácter político de la lucha armada del MRTA? ¿Contra 
quién luchaba esta organización? Evidentemente, contra el enemigo común.
 Y, ¿contra quién luchaba el PCP-Pukallacta? Evidentemente, contra el 
enemigo común. Pero Sendero no fue capaz de reconocer estos hechos, 
sencillamente porque no supo aplicar la dialéctica, y no supo aplicar la
 dialéctica sencillamente porque en la "jefatura" pudo más el egotismo. A
 causa de este egotismo, precisamente, Sendero actuó como si la 
revolución fuese un botín, o directamente su propiedad privada. Ahora 
bien, si en el plano teórico esta antagonización de las contradicciones 
con combatientes que luchaban contra el enemigo común es una expresión 
de metafísica, en el plano político es una manifestación de hegemonismo 
armado, desviación extrema del concepto marxista de hegemonía. Por lo 
demás, hay que puntualizar que la tardía aceptación de "concordar 
acciones con el MRTA" y otras organizaciones políticas (v. Notas tomadas
 de exposición de Gonzalo, 11 de noviembre de 2000), difícilmente puede 
ser entendida como un reconocimiento del extravío, pues aparece más bien
 como un manotazo de ahogado, como un recurso en la adversidad, como una
 expresión de oportunismo. 
En los primeros tiempos de la revolución rusa de febrero de 1917, la 
mayoría de los soviets estaban dirigidos por representantes de diversas 
corrientes oportunistas; pero el partido bolchevique, con Lenin a la 
cabeza, desarrolló entonces una perseverante lucha política que trajo 
como resultado que en pocos meses alcanzara la hegemonía. Así fue 
posible la revolución de octubre. 
Pero Sendero procedió a eliminar dirigentes de organizaciones populares 
con el fin de controlarlas, y lo único que logró fue hundirse en el más 
profundo aislamiento político. 
En el curso de su larga lucha revolucionaria, el dialéctico Mao no 
recurrió nunca a métodos represivos para resolver las contradicciones 
internas en el PCCH. 
Pero, por "razones de partido", o por intereses subalternos, en Sendero 
se procedió a la eliminación de combatientes de las propias filas. ¡Ni 
más ni menos! Y cuando no se llegó a eso, se amenazó de muerte o se 
torturó físicamente. 
III Por supuesto, esas prácticas bárbaras de Sendero están probadas por 
centenares de testimonios, y, por eso, nadie que esté en su sano juicio 
puede negarlas. Esto por una parte. Por otra, es evidente que tales 
prácticas no fueron simples desmanes de fulano o mengano, sino el 
resultado de una línea izquierdista sistemáticamente aplicada durante 
más de una década. 
Como no podía ser de otro modo, esas prácticas emponzoñaron desde muy 
temprano las relaciones en el seno del pueblo y degradaron el proyecto 
senderista. Y, obviamente, tales prácticas tienen responsables 
intelectuales y materiales, responsables mayores y menores. 
Para decirlo francamente y de una vez por todas, esas prácticas 
constituyen un oprobio para el movimiento comunista internacional, y 
particularmente para el movimiento comunista nacional. 
Así pues, los hechos han demostrado de un modo incontestable que Sendero
 no supo resolver las contradicciones entre nosotros y el enemigo ni las
 contradicciones en el seno del pueblo. 
Y, sin embargo, hay quienes creen que el "presidente Gonzalo" dirigió "la guerra popular como un filósofo".